jueves, 24 de noviembre de 2011

Para mi reina Luz...
Haciendo la tarea

   Tarde en la noche Mateo apoyado en su cama trataba de terminar la tarea de Inglés. Había estado toda la tarde intentando comprender el Present Simple pero no podía lograr que entrara en su cabeza la idea.
   Repetía una y otra vez los ejemplos que le había dado la profesora pero le costaba mucho entenderlos. Y repitiendo, repitiendo se quedó dormido.
    Y no se si lo soñó o realmente sucedió: un duende salió de su libro de Inglés entre letras y brillos recitando lecciones que el ya había estudiado antes, reconoció cada uno de los ejemplos y hasta le pareció que oía la voz de la profesora que le explicaba una y otra vez las lecciones tratando de aclararle las dudas. Y sintió la voz de su mamá que le decía: -¡Estudiá! ¡Leé bien y estudiá!
    Sacudido por una fuerza extraña abrió los ojos y vio (¿o soñaba todavía?) que el duende enojado golpeaba con su mano bien fuerte el libro y le decía: -¡Vas a ir a diciembre! ¡Ya se que vas a ir! ¡Jajajajajajjajajaa!- con una risa horrible.
     Temblando abrió bien grandes los ojos, sacudió la cabeza y se despertó totalmente.
     Respiró profundo…parecía que se había dormido y soñado. ¿O no?
     Su libro de Inglés estaba en el suelo, su carpeta con las oraciones, toda revuelta y sobre la almohada ¡los ejercicios de la tarea completos! Los leyó de nuevo y como por arte de magia o del miedo… los comprendió.
    ¡No eran tan difíciles! Solo debía poner más atención.
     Pero todavía medio asustado tomó la decisión: no haría nunca más la tarea en la cama o la haría más temprano así no se quedaba dormido y volvía a soñar.

La poción mágica

Otro cuentito hecho con amor para mi hija María Luz

La poción mágica

    Agustina está triste. Su mamá se enfermó y hace tiempo que no se  despierta.
     Y para entretenerse en las largas horas que está con ella en el hospital pasa el tiempo mirando los dibujos y leyendo historias fantásticas de héroes, piratas, momias y princesas.
    Imagina qué hermosas aventuras vivirán esos personajes y sueña despierta con ser una hermosa niña protagonista de los cuentos.
    Su mamá duerme después de las curaciones diarias y en el silencio de la habitación Agus se queda dormida.
    Entre estrellas y nubes, desde el libro salió una princesa hermosa con un gran vestido, que traía una botellita pequeña y oscura en sus manos.
    Como flotando en el aire va hasta la cama de su madre, destapa la botellita y le pone en los labios unas gotas del líquido que contiene.     
    Todo se llena de humo, de gritos y de ruidos extraños.
    Agustina acurrucada se despierta y le parece ver que una nube muy oscura y espesa se eleva desde la cama de su mamá.     
    Temblando horrorizada se friega los ojos y trata de ver mejor.    
    Ahora la nube es blanca  con un hermoso perfume y con la rapidez de un rayo de luz se mete en su libro de cuentos. ¿Será real o lo imaginó? Mira la hoja del libro y la misma princesa parece sonreírle desde el dibujo mostrándole una pequeña botellita oscura.
   Asustada, sorprendida y con miedo Agus se acerca a la cama de su mamá y le acaricia el pelo.
  Su mamá abre los ojos y le dice: - ¡Hola Agus! ¡Qué bien me siento hoy!
  Agus sin poder creerlo dice:- ¡Mamiiiii! ¡Mamita linda! ¡Ya te curaste!
  Y saltando de alegría y de felicidad ve sobre la mesita de los remedios la misma botellita que la niña del cuento tiene en su mano.

Él y sus cadenas.

Éste es un cuento escrito hace mucho tiempo por mi, espero les guste....


El y sus cadenas
    Viernes por la noche, los peones comían con ganas mientras comentaban lo que habían hecho y las tareas que había dejado el patrón para el otro día.
   Un plato lleno de polenta, unos chorizos asados, unas  batatas hervidas, leche caliente y dulce pasaba de mano en mano en la ronda.
    Poco faltaba  para la medianoche. La jornada se había más larga porque nuevos animales habían llegado al corral y había que marcarlos, vacunarlos y distribuirlos por piquetes.
    La charla estaba entretenida. Bromas, risas  y de repente…todo quedó en silencio. Solo se escuchaba el sonido de una cadena seca, pasos pesados y apurados como de un animal grande y fuerte.
   Todos temblaron, no había cadenas en ese lugar. Por lo menos, nadie  recordaba haberlas visto.
   El ruido pasó. Se perdió entre los galpones hacia el monte.
   Poco a poco volvieron  a conversar. Uno de ellos dijo:- hoy es viernes, ya son las doce y si no me equivoco, la camioneta del patrón está en el galpón grande.
   Todos temblaron aunque se reían. Contaban historias cada vez más horribles y fantasiosas.
   Volvió el sonido desde afuera.
   Tomaron las armas, palos, una horquilla o lo que estaba a mano y salieron a enfrentar al misterioso ruido.
    Caminaron entre los galpones hasta el lugar indicado. Los perros asustados caminaban temerosos entre el grupo sin hacer ruido.
   Entre los galpones, casi en los corrales, una pesada cadena estaba tirada sobre la leña cortada pero no había nada más.
   Los terneros y las vaquillas estaban tranquilos rumiando casi dormidos en los corrales.
   Todo estaba calmo y silencioso.
   Los peones luego de mirar todo el lugar comenzaron a volver a la cocina y ahí estaba: una forma irreconocible, como de un caballo, un perro grande o un lobo los miraba  con ojos brillantes y amenazantes parado entre la puerta de la cocina y el patio.
  Todos se frenaron de golpe. Algunos temblaban, otros  no sabían si correr o quedar ahí. Un sudor frío los recorría y el miedo los atontaba. En el fondo de su mente algo les decía que no debían hacerle daño.
   Uno de ellos gritó un nombre con toda la voz que el miedo le dejaba en la garganta y la criatura blanca y  fantasmal  corrió hacia ellos con la velocidad de un rayo.
    Pasó entre el grupo sin que se movieran, sin que hicieran nada. Pasó y dejó un olor horrible  a carne quemada, un aire frío como hielo y un sonido insoportable como de animal acorralado y herido. Se perdió entre los galpones.
   Los animales no se movieron. Los perros estaban ahí entre los peones con la cola entre las patas.
   Volvieron a la cocina. Nadie hablaba. Cada uno dejó su plato en la pileta. Todos se fueron a dormir o a pensar en lo que había sucedido.
    Todavía era viernes, medianoche y la camioneta del patrón seguía en el galpón.

martes, 8 de noviembre de 2011